Como se reconstruye una sociedad en pandemia.

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La pandemia generada por el SARS-CoV-2 ha provocado alrededor de un millón 800 mil muertes en el mundo. Tan sólo en México se han registrado casi 124 mil defunciones. A muchas personas, el COVID-19 les arrebató seres queridos.

El nuevo coronavirus nos distanció. Nos quitó la posibilidad de ver y abrazar a nuestras familias por varios meses; de poder acompañar a las personas que se contagiaron, de visitarlos en el hospital y de pasar con ellas o ellos sus últimas horas de vida. Nos arrebató la posibilidad de despedirnos y de ofrecerles un funeral.  
Por varios meses nos confinamos, dejamos de ir a nuestros centros de trabajo, y muchas personas siguen laborando a distancia. Niñas, niños y jóvenes dejaron de asistir a la escuela desde marzo. Por varios meses los restaurantes, los cines y los gimnasios permanecieron cerrados para evitar contagios. Todo aquello que no fuera esencial nos fue cancelado.
Actualmente, tras meses y meses de pandemia, seguimos librarando la batalla. El 9 de noviembre, Pfizer anunció que su vacuna había logrado, en su estudio de fase 3, más del 90% de efectividad para prevenir la infección por el nuevo coronavirus. Para el 20 de noviembre, la farmacéutica dijo que los últimos análisis de sus datos revelaban que la efectividad había alcanzado un 95%.
Hace unos días, los británicos se convirtieron en las primeras personas del mundo en recibir la vacuna de Pfizer-BioNTech.

A pesar de las buenas noticias, en nuestro país, así como en otras regiones del mundo, los contagios y las muertes por la pandemia no cesan. Los hospitales están al límite y el personal de salud que está en la primera línea de batalla está agotado, pero de pie. El confinamiento continúa y el miedo también.

Para el Dr. Juan Pablo Vázquez Gutiérrez, académico del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, es justo en estos tiempos colectivos en los que una sociedad reconstruye su significado, puede haber crisis y problemas, pero la sociedad encuentra formas de resarcirse, de construirse.
“Si esos tiempos se van perdiendo, se tienen que reconstruir, pues tienen sus efectos sobre la sociedad, no son cosas banales, tienen significado en la vida de las personas, más allá de lo practico e inmediato”, explicó.

Aseguró que eso que llamamos sentido de vida, felicidad, ilusión, valor o el misterio de la vida, lo construimos ahí, en esos momentos emblemáticos que se reproducen cada año o cada cierto tiempo. “Entonces que sean distintos y que de pronto se pierdan es como ceder espacios de la posibilidad de encuentro colectivo”.
Añadió que la pandemia se suma a la anterior normalidad de los mexicanos: injusta, desigual y problemática que ha ocasionado la pérdida de espacios públicos por la violencia y la desaparición forzada.
“Ya de por sí el espacio público era un espacio de amenaza, pero la pandemia lo vuelve más problemático cuando se pierden los tiempos de reunión”, dijo.
Al verse reducido el espacio público, cuando salimos se convierte en un lugar de amenaza, de incertidumbre y de paranoia por el virus al momento de hacer compras, de recibir un volante, dinero, o de caminar junto a otras personas.
Sin embargo, el investigador señaló que, como sociedad, siempre está la intención de la reconstrucción. En ese sentido, destacó las bondades de la tecnología, que ha permitido, a través de la virtualidad, el contacto con el otro.
“Son tiempos distintos y como toda transformación tiene sus puntos positivos y negativos. No nos queda más que aprovechar lo positivo y ver cómo nos hemos adaptado desde el principio de la vida”, agregó.

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